viernes, 19 de febrero de 2010

Makgadikgadi Pans, en medio del desierto



Estoy en un lugar insólito, en el medio del mundo, bajo la luz de una luna inmensa que refleja el blanco sal debajo de mis pies.
Solo otra vez, en la extensa estepa de Mongolia, tuve horizonte por los cuatro costados y nos iluminaba también, casualmente, una hermosísima luna llena.
Y también el silencio era absoluto, casi violento, y coincide la extraña sensación de pequeñez, de libertad, como de ingravidez y de total armonía con el resto del mundo, mundo que parece ahora quedar bien lejos de este momento.

Y no sé si es el horizonte infinito, la luna blanca, el silencio o la agradable y tranquilizadora cercanía con todos los que estamos aquí, ahora, como perdidos, pero todo parece insistirme en lo insólito de este instante en el que tengo consciencia de mi propósito de guardarlo para siempre en mi memoria, junto al resto de cosas que le regalan música a mi alma.


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